Juanita Jacobsen

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“Qué curiosidad”

“Qué curiosidad”
Qué curiosidad conocerte.
Tendré que igualmente confesar,
que no sé mucho de ti, ni por qué te tengo tanta curiosidad.
Conozco solamente unas cuantas pequeñas rosas que me has querido mostrar,
de esas mismas con las que decoran una casa y de esas mismas que regalamos para impresionar.
No sé mucho,
no sé mucho más allá de que tu felicidad es primordial,
y te admiro, te admiro de verdad,
ya que en este mundo serle fiel a la felicidad es como un choque para los otros,
es como un golpe de realidad.
Realidad que sí es posible,
aunque a veces no lo queramos aceptar,
y que no se necesita sólo del egoísmo para funcionar.
Tampoco sé mucho del futuro o cómo se vaya a desembocar,
y aunque profundamente te quiera conocer y te quiera desnudar,
también estaría bien con dejarte ser,
tal vez de lo lejos tan solo verte brillar.
No sé muy bien por qué te atravesaste en mi camino y honestamente no quiero preguntar,
tan solo quedo satisfecha con las pequeñas rosas que me decidiste entregar,
y con el enorme vacío que vamos a dejar.

“En el después”

Olvidarme de mí.
Algún día me olvidaré de quién quise ser,
de quién fui.
Olvidarme de las cosas que supuestamente me identificaban,
todo eso que era de mí.
Olvidarme de lo que detalladamente sepulté como el alma que tristemente no dejé ser,
olvidar, olvidar, olvidar.
Qué delicia poder volver a olvidar,
lo que durante un momento pensamos que no podíamos dejar.
Olvidaré muchas cosas, como la manera en que me solías mirar,
o cómo mis perros me solían besar justo al llegar a mi casa, después de tanto llorar.
Olvidaré el color amarillo y cómo el naranja solía cantar,
de hecho, olvidaré todos los colores,
qué lindo poder volver a mirar.
Después de olvidarlo todo, hay algo que definitivamente no se borrará,
tal vez serán esas almas que me rodean,
esas que me han podido marcar.
Risas podré causar, pero si algo tengo por seguro,
es que con ustedes me volveré a encontrar.
No sé muy bien dónde, ni cómo será,
pero eso sí,
estaremos bien livianos de todo lo que vamos a olvidar.

“Enterita”

Enterita te quiero, así,
entera de lo que eres, pues así enterita te entiendo.
Profunda y sinceramente tú siendo tú,
sin disculpas, ni decencia, solo tú con tu única virtud.
Habrá dolores que nunca me contarás,
habrá secretos que así tal cual mantendrás.
Igual así te quiero,
entera como en este presente me has dado por enterar.
Honestamente amiga no me tienes que dar mucho más.
Porque te veo, entera te veo,
y viéndote así de entera es que puedo enterarme de que te quiero.
Te quiero porque entera te veo y entera me ves a mí,
te quiero porque viéndonos enteramente es que nos llegamos a entender,
porque aunque enteramente nos aceptemos,
iguales, nunca podremos serlo.
Iguales nunca quisimos ser,
y de esa misma forma nuestra amistad empezó a florecer.
Y ahora que te entiendo enteramente,
y tú a mí,
lo único que queda por decir sería algo como:
qué lindo entenderte y que tú me entiendas a mí.

“Mamama”

Mi abuela una vez me dijo:
no te guardes nada, mijita,
la vida es muy corta para eso y la gente es muy despiadada hoy en día.
Dirán muchas cosas, y pocas te las dirán en la cara,
y por tal razón será importante construir carácter,
y ser una mujer bien forjada.
Si tienen problemas contigo,
realmente el problema es con ellos,
pero si necesitas desahogarte, los coges y les dices:
que lo escriban en una carta y que la manden por correo.
O si tienen los huevos como uno,
diles: dejemos el drama
y hablemoslo uno a uno.