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Autoevaluación

Llegar a la Universidad Javeriana fue, en muchos sentidos, una ruptura: con lo que creía posible, con lo que otros pensaban de mí, con lo que yo misma entendía como “una carrera”. Fue desde esa ruptura donde se concibió una siembra constante: de cuerpo, de pensamiento, de emociones, de preguntas. Esta auto-evaluación no busca hacer un inventario de logros, la verdad hubo muy pocos; busca más bien dejar constancia del trayecto vivido, de los errores que me reconstruyeron, de las preguntas que se dejaron sin contestar, del impulso que me dieron y el cual ya no hay vuelta atrás. 

Ingresé a esta carrera con una inquietud latente por el cuerpo vivo, por su capacidad expresiva, por su potencia poética y su alma energética, no sabía mucho de ciencias o matemáticas, en el colegio nunca arreglé bien mi falda, pero amaba sentirme viva, y sin saberlo, desde ahí, empezó mi investigación artística. En la carrera, pronto entendí que no estaba sola en esa búsqueda, y que mi camino tendría matices muy particulares, pero cada semestre me sentía más llena, con más curiosidad y deseo. El teatro físico, desde el inicio, se convirtió en el eje vertebral de mi proceso. No solo por una afinidad técnica o estética, sino porque ahí encontré una forma de pensamiento, un lugar donde el ser se diluye en la acción, en la respiración, en el impulso. Aprendí que el cuerpo no es solo herramienta, sino también memoria, pregunta, herida, resistencia.

Durante los primeros semestres, me enfrenté a la sorpresa de lo multidisciplinar. Técnica vocal, danza contemporánea, análisis de texto, historia del teatro… Al comienzo me sentí dispersa, pero con el tiempo cada una de esas ramas comenzó a alimentar la raíz de mi propio lenguaje. La danza, por ejemplo, me obligó a rendirme ante la vulnerabilidad del movimiento; la voz, a encontrar un centro interno desde el cual hablar y no solo sonar. Entendí que no se trata de dominar, sino de escuchar profundamente lo que el cuerpo necesita decir.

En el ciclo profesional, los retos crecieron, pero también mi conciencia sobre mi identidad escénica y la claridad respecto a mis propios enfoques dentro de la profesión. El teatro físico dejó de ser simplemente un gusto para convertirse en una metodología, en una postura frente a la escena y frente al mundo. En las distintas materias —una mezcla de laboratorios, técnicas, ensambles y puestas en escena— mis maestros y compañeros compartieron generosamente una gran cantidad de referentes y lecturas que, poco a poco, se entrelazaron con mi proceso artístico y terminaron por convertirse en bases sólidas para mi investigación.

Autores y creadores como Wassily Kandinsky, Konstantín Stanislavski, Fernando Pessoa, Cristóbal Peláez, Ana Mendieta, Jorge Luis Borges, Julia Cameron (El camino del artista, El arte de escuchar), Jerzy Grotowski, Gonzalo Arango y el Nadaísmo, Fernando González (Viaje a pie), María Teresa Hincapié, entre muchos otros, me brindaron herramientas y perspectivas que alimentaron profundamente mi camino, el cual sigo eligiendo conscientemente cada día.

Estas raíces investigativas me impulsaron a tomar decisiones drásticas sobre mis hábitos de lectura. Sin darme cuenta, el gusto por la poesía se transformó en una legítima obsesión. Voces como las de Piedad Bonnett, Amalia Bautista, Paulo Coelho y Alejandra Pizarnik comenzaron a resonar con fuerza en mi universo creativo y emocional.        

Hubo montajes en los que sentí que me encontraba por fin conmigo. Otros, en los que me perdí, y esa pérdida también fue necesaria. Porque este camino no ha sido una línea recta. Me he juzgado con dureza, he dudado de mi talento, he sentido que no era suficiente. Pero también he sido testigo de mis propias transformaciones. Y hoy, con la distancia justa que da el tiempo, reconozco en mí una artista que ha trabajado con tenacidad, con sensibilidad y con honestidad.

Los maestros y maestras que me acompañaron dejaron huellas imborrables. Desde quienes me ofrecieron rigor hasta quienes me enseñaron a soltar. Agradezco profundamente las voces que creyeron en mi cuerpo como lugar de creación, como territorio escénico legítimo. También a mis compañeros y compañeras, que fueron espejo, red, provocación y consuelo.

La Universidad Javeriana me ofreció una estructura que, con el tiempo, aprendí a romper. Y en esa ruptura, construí mi propio espacio. Hoy salgo de esta carrera no solo con herramientas técnicas, sino con una ética del hacer: con una urgencia de seguir creando desde lo físico, desde lo sensible, desde lo íntimo. Me interesa el teatro que nace de la contradicción, que incomoda, que pregunta más de lo que responde.

Mi nombre es Juanita Jacobsen, artista escénica del teatro físico, y después de diez semestres intensos, habitados, y profundamente vividos, puedo decir que me reconozco. Y que ese reconocimiento, aunque aún se construye, ya es en sí mismo una forma de resistencia, de arte y de verdad.

Un hallazgo:

En el hallazgo me encontré a la muerte, 

me encontré con mi sensibilidad,

y después de unos años,

termine aquí en esta universidad, 

estudiando lo que estudio;  

Artes Escénicas, en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.  

Y aunque el comienzo estuviera duro, 

y la pandemia hacía ver todo mas oscuro, 

mis voz no encontrada, 

mi alma no entrenada, 

mi pasión sin pulir, 

mil preguntas por descubrir. 

Si el comienzo fue duro, fue retador, fue cuestionante, 

en algunos momentos, pude haber hecho más, 

Sin embargo, seguí, paso a paso con la inseguridad. 

Cuando menos lo pense,

las preguntas me empezaron a encontrar, 

curiosidad que germinó hacia la Acción física y su vibrar.

Hacia la fuerza y resistencia del Suzuki, 

los Viewpoints y su instantaneidad como voluntad,

está formulando la necesidad de actuar con verdad.

El Teatro Gestual y su lenguaje,
la voz y la poesía en comunión,

el sentir, el oír, la emoción.

Encontrando la animalidad,
en el teatro físico hallé claridad. 

(HASTA AQUÍ VOY:D) 

Intocable impulso:

Mi arte, un susurro del pasado y un grito al futuro:

Un nuevo camino: tan bello como trágico, tan trágico como cómico: 

Del anhelo a la inspiración:

PROCESO ACADÉMICO:

– Semestre 3 (énfasis actuación) Primer ensamble “Quien me Navega es el Mar” Dir: Fernando Montes

– Acciones físicas