La muerte siendo mi aliada en el arte, la muerte siendo el comienzo de mi vida artística. 

La muerte como sueño en vez de pesadilla, 

la muerte como regalo envuelto en papel de mantequilla.

La muerte como un recordatorio a la voluntad, 

la muerte encendiendo el fuego interno de mi creatividad.

Desde entonces hasta hoy, 

el recuerdo de la muerte me acompaña amorosamente, 

susurrandome que puedo gritar, que puedo sentir, puedo respirar, puedo tocar, puedo correr, puedo amar y llorar, puedo pensar que puedo volar, puedo intentar revelar lo que me quisieron explicar, 

puedo empatizar. 

Y aunque la muerte avanzó, 

dejando preguntas en cartas sin sellar;

hoy en día la pude dejar ir,

su nombre me trae paz.

No pudo respondérmelo todo, 

y me quede en esta vida con todas las preguntas que quedaron atrás, 

con todas esas dudas, que son muchas para contar.

Me quede atrás, 

tal vez, 

para intentar responder, 

así sea, una de esas preguntas,

llegar muy cerca, 

y fallar, 

felizmente perdida; volviendo a intentar.  

Me quede atrás tal vez para aullar las memorias con mi cuerpo vivo,

para morder lo no atrevido.

Me quedé atrás para decir lo que no se alcanzó, me quedé atrás, tal vez, para escuchar lo que nunca se aprendió.

Quede atrás y tal vez me quedé, por una razón que en esta “vida” no entenderé.

Atrás quede… Y atrás tuve que aceptar, que quieta jamás iba a estar.

La acción como mi lenguaje, el cuerpo como mi voz,  

la creación como mi deber. 

Soy Juanita Jacobsen y soy una actriz existencialista del teatro físico.